Cuando hablamos de desarrollo económico, solemos pensar en un esfuerzo y preocupación que principalmente compete al gobierno, el ente que representa el mandato del pueblo y que como administrador de ese encargo, busca generar datos macroeconómicos favorables para demostrar su eficiencia (con el beneficio de que entre tantos indicadores disponibles, generalmente enfatiza en los que favorecen la gestión en turno).
También pensamos acerca del desarrollo económico como una misión que mucho tiene que ver con los empresarios, debido a que su prioridad es la creación de riqueza y al ser generadores de empleos, buscan junto con el gobierno, establecer las condiciones necesarias para contar con un entorno económico adecuado, que resulte en un mejoramiento de la calidad de vida de la población, y por ende en mayor consumo con el efecto multiplicador que esto representa.
Además de los dos enfoques anteriores, difícilmente vinculamos en primera instancia el tema del desarrollo económico a las instituciones educativas, ya que generalmente solemos tener una percepción un tanto ¨romántica¨ del salón de clases, esto quizá por lo que hemos aprendido de la televisión, posiblemente también por los magros esfuerzos de vinculación de la academia, o debido a que percibimos los años de escuela como una etapa de fuerte gasto y nula generación de riqueza, cuando en realidad la riqueza se está forjando simultánea y proporcionalmente al transcurso del tiempo en que el niño de preescolar llega a convertirse en un egresado con aspiraciones de agregar valor al sector productivo.
Reforzando esta idea, vale la pena mencionar que son muchos los casos alrededor del mundo, en que el sector educativo ha favorecido al desarrollo económico, basta con mencionar empresas como Google, eBay, Telmex, Cemex, Fender, Augen, que al vincular proyectos con centros de enseñanza técnica y superior, han logrado ahorros y nuevos negocios que se traducen en calidad de empleos.
Innumerables son las avenidas que pueden llevar a las instituciones educativas a tener mayor peso en el impulso al desarrollo económico, una vez identificadas las posibilidades, el potencial es enorme a la luz del área de oportunidad que representan los millones de personas con escaso nivel técnico-educativo; el reto seguirá siendo propiciar las condiciones para llevarlos a las aulas y brindarles la instrucción necesaria para que se conviertan en agentes generadores de valor.
En resumen, el desarrollo económico es un tema que a todos compete, en la medida en que lo tomemos en cuenta y hagamos la parte que nos corresponde, lograremos resultados que redituarán en una mejor comunidad para beneficio nuestro y de futuras generaciones.
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